"Soy el presidente del futuro"

Por SIH

“Soy el presidente del futuro”, proclamó eufórico Menem para un público galvanizado que se concentró masivamente en el Teatro Municipal de Morón. Una salva de aplausos se elevó hasta el púlpito desde el cual Carlos Saúl dirigía su prédica, consustanciándose con el aire amable en el cual se afirmaba la palabra del orador. Los ánimos de sus seguidores estallaban en gritos y arengas patrióticas. La fascinación de las multitudes que colmaban la sala se exaltaban de cuando en cuando con estentóreos mensajes de aliento. La algarabía desbordante del auditorio anegaba de orgullo los ojos del líder, que no pudiendo retener la solemnidad deseable, se quebraron en lechos de lágrimas ya no sensibles a las nostalgias noventistas. Lágrimas purificantes que invitaban a mirar hacia adelante. Nadie osaba recordar el pasado, tal ociosidad no estaba permitida. Las miradas se clavaban en el presidente (nadie en el recinto ponía en duda tal título) y, con él mediante, ascendían hacia el porvenir. Henchido de gloria y habiendo recobrado la rigidez muscular necesaria, el agasajado sopesó el estado de espíritu del público y, en tal caso, prosiguió su épica retórica.

“Estoy preparado para ser el presidente de los argentinos en el 2035. Tengo todo a mi favor. Todas las encuestas me respaldan”, pronunció Menem. A sus 76 años, dice que quiere “empezar de cero”, pero que para eso necesita una prudente cantidad de tiempo para remontar la mancillada reputación que le imputan “los políticos de siempre y los medios de comunicación”. “Siempre fui desollado por la prensa. Debe ser la envidia por el éxito cosechado durante mi administración. Lo lamento por quienes no quieran ver la realidad. El 1 a 1 era real”, aseveró. Luego agregó que define a su idea como “la vanguardia de la política”. Interrogado acerca de qué entiende él por vanguardia, contestó elípticamente: “Insisto en que la vanguardia soy yo. La retaguardia serían los Sarmiento, los Roca y ese tiempo es pasado. No es difícil darse cuenta de eso”.

“Me comprometo a formar el gobierno de la transición”, afirmó Menem. “Todavía no resolvimos a qué otro modelo de sociedad y de Estado nuestro gobierno va a señalar el sendero de la transición, pero quédense tranquilos todos menos los trabajadores, las clases medias y los homosexuales, que bajo mi égida Argentina va a ser un país mucho mejor”.

Aunque aún resta un tiempo considerable para el 2035 ya hay especulaciones acerca de quien acompañaría al ex mandatario en la fórmula presidencial. Un allegado sugirió que provendría del propio entorno familiar. “(Menem) está pensando en su nieto Luca como acompañante”, reveló.

“Sonará la hora de mi regreso a las pistas. Ya verán mis detractores. Volveré y seré millones”, dijo parafraseando a Eva Perón*. El anuncio dio lugar a varias interpretaciones. Una de ellas planteaba que Carlos devolvería al país los millones de dólares depositados en cuentas suizas. Otra más insólita aún postulaba que los millones serían seguidores, pero ocultaba cómo iba a hacer el ex presidente para obtener las fuentes de financiamiento necesarias a los fines de “convencer” a tanta gente.

Cuando agonizaba el acto, y el sosiego se había adueñado del ambiente, Menem, como hace 18 años atrás, volvió a presentar la “revolución productiva” y el “salariazo” como puntas de lanza de su campaña, pero esta vez aclaró que “va en serio”. El ex presidente se habría inspirado en la obra escrita de Sócrates para formular dichas promesas. Los resultados de su gobierno, a todas luces magros en esos rubros, habrían obedecido –como no podría ser de otra manera- a la impericia del ex presidente en la decodificación de la filosofía del pensador griego. Esta conjetura se deja entrever a partir de una presunta declaración del ex mandatario, que remite a un balance crítico de su gestión, realizado al cabo de un año del traspaso de la banda presidencial a Chupete. Carlitos habría dicho: “Lamento no haber interpretado correctamente el 100 % de la obra de Sócrates”.

“Bianchi tendrá el celular de Dios pero yo tengo el de Sócrates”, bromeó. “En el fútbol se podrá creer en la ayuda de los dioses, pero nosotros, los políticos, debemos tener los pies sobre la tierra. Por eso es que creemos en el individualismo a ultranza, en la compulsión consumista, en el apoliticismo de la sociedad, en el canibalismo privatizador y en la propiedad monopolista de los medios de producción”.

A continuación, Menem no escatimó en acusaciones contra la izquierda: “los que hablan de trabajo para todos y redistribución del crecimiento económico son egoístas, ya que no tienen la capacidad de pensar en los intereses de aquellos que no buscamos eso”. Más tarde indicó: “la izquierda juega sucio. Nos acusan de lo que ellos mismos son. Pero nuestras reglas son claras y democráticas. Cualquiera está en condiciones de alcanzar el progreso social a través del mérito individual. Todos pueden entender eso, incluso los millones que dejé en la calle. Es básico”.


* La frase, acuñada por la adalid de los descamisados, en realidad pertenece a Tupaj Katari, cacique del Alto Perú, y fue dicha en 1781, antes de ser descuartizado por orden de las autoridades coloniales. Eva Duarte, vieja loba de mar, te la soplaron. Estás nominada.


Los hechos y declaraciones que se reportan en esta nota no son verídicos. Seguimos con la línea de la nota de abajo de la de abajo, y la de abajo de la de abajo de la de abajo.

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